sábado, 27 de junio de 2015

Qué significa ofrecer literatura en la primera infancia.


En primer lugar, significa contar con un acervo literario que incluya diversos géneros: poesía de tradición oral y de autores (arrullos, rondas, juegos de movimiento y de palabras); narrativa oral y escrita (leyendas y cuentos, tradicionales o contemporáneos), libros de imágenes, desde los más sencillos para que los bebés puedan tocar, manipular e incluso morder, hasta los libros-álbum que son aquellos que conjugan el texto con la ilustración y que suscitan lecturas cada vez más complejas. A ello se suman los libros informativos sobre temas de interés, cercanos o lejanos, que estimulan el deseo de saber y que inspiran y proponen proyectos dentro y fuera del aula.

En segundo lugar, la literatura está estrechamente ligada a la música, no solo a la grabada en discos, sino también a la que está grabada en la memoria colectiva y se actualiza en la voz de los padres, las madres, los abuelos y, por supuesto, en la de las maestras, maestros y otros agentes educativos. Los juegos y las rondas de cada región y las coplas y los juegos que conjugan palabra y movimiento son un material por excelencia para la educación literaria, lo cual implica una actitud adulta de valoración, rescate y recuperación de la tradición oral. En otras palabras, la literatura requiere que los adultos tomen conciencia de sus posibilidades para cantar, jugar, narrar y compartir sus historias y enriquecer permanentemente el acervo cultural con la memoria viva que se transmite de voz a voz.

En tercer lugar, la literatura en la primera infancia significa disponibilidad. Los libros deben estar disponibles y cerca de los niños y las niñas y hacer parte de su vida cotidiana. Desde las pequeñas colecciones en cajas o canastos para que los bebés puedan tocar o mirar, hasta las estanterías al alcance de los mayores, para que puedan elegirlos, hojearlos libremente y compartirlos con sus amigos, los libros dan forma a las preguntas existenciales e inspiran y enriquecen el deseo de aprender. Por ello es muy importante que éstos puedan ser prestados para llevarlos, desde el Centro o la biblioteca más cercana a los hogares, y que los niños y las niñas tengan autonomía para elegir sus favoritos. Respetar las elecciones infantiles, otorgarles importancia y hablar espontáneamente sobre los libros, sin obligarlos a contestar preguntas sobre su contenido, es una fuente de conocimiento acerca de quiénes son y nos permite mantener esas conversaciones profundas sobre la vida que tanto necesitamos, para conocernos y conocer a los demás, para nombrar las propias emociones, imaginar con empatía y sensibilidad las de los otros, pensar críticamente y conectarnos con nuestra común humanidad.



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